Biografía de Ramón Pignatelli
Ramón Pignatelli (Zaragoza, 18 de abril de 1734 – íd., 30 de junio de 1793) fue un ilustrado español, conocido entre otras facetas por su proyecto de desarrollo del Canal Imperial de Aragón. Hijo de Antonio Pignatelli, príncipe del Sacro Imperio Romano-Germánico, conde de Fuentes y grande de España, y de Francisca de Moncayo, V Condesa de Fuentes y emparentado con el Conde de Aranda y los Villahermosa, poseía un linaje influyente en las cortes de España y sobre todo de Aragón. Su afán por ayudar al progreso y por el de ser útil a la sociedad le llevó a doctorarse en Cánones, Derecho, Filosofía y Letras por la Universidad de Zaragoza, donde, además, cursó estudios de matemáticas, física y ciencias naturales.
A los diez años fue enviado a Roma para cursar estudios eclesiásticos. Gracias a la protección de su tío, el cardenal Antonio Pignatelli, ingresó en el Colegio Clementino, donde destacó por su brillantez, lo que le valió una canonjía en la catedral de Zaragoza con tan sólo diecinueve años (1753). En 1764, Carlos III le nombró regente de la Real Casa de Misericordia, el hospicio zaragozano. Su gobierno se distinguió por las mejoras que introdujo en la gestión, por el incremento de las rentas (como la instalación de pañerías y la construcción de la plaza de toros, el coso de la Misericordia) y por la reconstrucción del edificio y la edificación de nuevas dependencias. Entre 1762 y 1793 fue rector de la Universidad de Zaragoza en cinco ocasiones.
No hubo empresa modernizadora de Aragón donde no estuviera presente. En 1768, el conde de Aranda, a la sazón presidente del Consejo de Castilla, decidió aprobar la construcción del Canal Imperial de Aragón. La empresa encargada de la tarea, Badín y Compañía, de Madrid y Zaragoza, encontró numerosas dificultades, por lo que en 1772, Aranda encargó la dirección de la obra a su cuñado Ramón Pignatelli, que fue el verdadero ejecutor del proyecto. Desde 1776 la construcción recibió un vivo impulso, y el 15 de agosto de 1790 se dio por finalizada tras colocarse la última piedra de la presa de El Bocal, Navarra. Consciente por el trato con sus fieles, de la pobreza del campesinado, ideó una gran empresa a semejanza de las emprendidas en Francia, Holanda e Inglaterra: un canal que uniera el Cantábrico con el Mediterráneo, viejo sueño aragonés, para exportar sus productos ganaderos y hortofrutícolas. De manera que, además de servir de comunicación mercantil y postal porque sería navegable, con su caudal abundante abastecería de regadío a unas tierras fértiles pero secas, que se comprarían a bajo precio por las clases menos favorecidas para las que realmente era el proyecto.
Este proyecto del Canal Imperial de Aragón, le granjeó enemistades y discusiones con casas como las de Ayerbe o Villahermosa, casi omnipotentes; o con el mismo cabildo al que pertenecía y la temible Casa de Ganaderos zaragozana. No se arredró ante los costos financieros ni las dificultades técnicas. Las aumentó, incluso, para que la obra fuera más perfecta y beneficiosa y, así, incluyó en sus planes el Canal de Tauste.
En 1771, Pignatelli fue designado presidente de la junta preparatoria para la creación de la Academia de San Luis.
Fue también principal impulsor de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Zaragoza (1776), junto con otros ilustres zaragozanos y bajo el impulso del Concejo de Zaragoza que llegaría a ser modélica entre las españolas, y de la que llegaría a ser nombrado censor perpetuo. Inauguró sus trabajos con una propuesta de acciones de corte económico verdaderamente precursor.
Cabecilla del Partido Aragonés en ausencia de Aranda, aspiró al cargo de secretario de Estado tras la caída del duque de Grimaldi (1776); sin embargo, los esfuerzos de Aranda, entonces embajador en París, para que Grimaldi fuera sustituido por un afecto a su línea política fracasaron, pues aunque éste fue alejado de la corte al ser nombrado embajador en Roma, siguió manteniendo su influencia a través de su protegido y sucesor, el conde de Floridablanca, quien heredó la pugna con el partido aragonés. Paralelamente, fue autor de un proyecto para enlazar el mar Mediterráneo con el océano Atlántico a través del río Ebro y el puerto de Laredo, que no llegó a llevarse a cabo.
Persona de vasta cultura, escribió La excelencia de las artes (1778), Oración ante la Sociedad Económica de Amigos del País (1779) y Tratado sobre la obligación que tienen todos los buenos patricios de fomentar las sociedades económicas en España (1780), además de numerosos informes técnicos relacionados con las obras en que intervino.